Círculo de exiliados. Aciaga inclusión, abulia caústica.
Sonidos execrables.
Enfrente de ti.
Discordia disimulada, el objetivo pudibundo y anuente.
Apapacho colosal. Un libro devorado por la polilla y la ignorancia.
En las otras máquinas hay cerebros recién estrenados, pantalones ceñidos al cuerpo que también es un delicioso platillo.
Afuera hay un área verde y blanca, un aula descontenta y miles de postergaciones tácitas.
Te sentías atrapado en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la velocidad necesaria.
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