jueves, 27 de noviembre de 2008

2.

El camino con espinas, la piedra en el constante zapato del otro.

Romper los hilos; no llenar los cestos de basura con las cáscaras de nuestras miradas.

No basta con tejer las cestas.

¿Cómo se prepara este postre? Cortar rodajas en forma de susurros, mostrar el ángulo genuino, la navaja desenfundada, la información de la víscera.

Desechar ideas para rescartarlas del muladar, darles al menos dos ataduras, hacer disociaciones infundadas, jugar con la mente del pescado-ordenador-comando.

Tener miedo, no tener miedo.

Podemos empezar por saber lo que es un lugar habitado, conocer la mayor cantidad de ellos, alejar de ahí todas tus navajas, jugar con las nueces, escupir el vino, seducir a la cámara descompuesta y violar a todos los sacapuntas.


Todo lo anterior es un lugar deshabitado.

También es un lugar deshabitado por ejemplo la desgracia corporativa, la destrucción de la consigna, la vulgaridad de las nimiedades, la pérdida del encanto o el erotismo en la fuga de gas.

La parada del camión, el chicle en tu pelo, la sardina en el techo, la película que no empieza, el delirio de la esperanza también son lugares llenos de estatuas vacías.


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